(Versión en español en los comentarios)
Há gritos que têm de ser dados. De dúvidas, questões, mais ou menos existenciais. De sentimentos que ficaram guardados na incógnita dos acontecimentos ou na procura de quem se é. Parece-me que é um caminho a percorrer. O sentido do tal deserto depois da libertação. Passar do ser livre das amarras para uma liberdade de plenitude. Seria mais cómodo não sair dos anseios, ficar-se apenas pelo prazer do momento, até mesmo do passado, chorando as cebolas.
Não me recordo onde li, mas ficou-me a pairar este pensamento de Rilke: “Tudo quanto é velocidade não será mais do que passado, porque só aquilo que demora nos inicia”. A demora leva a uma estranha profundidade, saindo de um chão firme para o abandono de fé. E nessa “queda” com a sensação de abandono dão-se os gritos... primeiro de desespero, a estranheza perante uma novidade de um eu que se (re)constrói. Depois, solidifica-se o sentir, o silêncio torna-se uma melodia de presença. Permite o segundo grito: o porquê? Renova-se a relação. Já sem medo de questionar o próprio Deus, o caminho segue em formação. Montes são aplanados, vales levantados. Prepara-se a passagem. A morte tem de acontecer, para que o nome seja pronunciado com todas as letras. Sem outros adjectivos, a caracterização fica, simplesmente, purificada. E dar-se-á a Ressurreição.
Cenizas... en apertura de cuaresma.
ResponderEliminarHay gritos que tienen que ser dados. De dudas, cuestiones, más o menos existenciales. De sentimientos que se han quedado guardados en la incógnita de los acontecimientos o en la búsqueda de quién se es. Me parece que es un camino a recorrer. El sentido del tal desierto después de la liberación. Pasar de ser libre de las amarras a una libertad de plenitud. Sería más cómodo no salir de las ansias, quedarse justo en el placer del momento, incluso del pasado, llorando las cebollas.
No me acuerdo donde he leído, pero se me quedó este pensamiento de Rilke: “Todo cuanto es velocidad no será más que pasado, pues sólo aquello que demora nos inicia”. La demora lleva a una extraña profundidad, saliendo de un suelo firme para el abandono de fe. Y en esa “caída” con la sensación de abandono surgen los gritos... primero de desespero, la extrañeza ante una novedad de un yo que se (re)construye. Después, solidifícase el sentir, el silencio tórnase una melodía de presencia. Permite el segundo grito: ¿por qué? Renuévase la relación. Ya sin miedo de cuestionar al propio Dios , el camino sigue en formación. Montes son aplanados, valles levantados. Prepararse el pasaje. La muerte tiene que acontecer, para que el nombre sea pronunciado con todas las letras. Sin otros adjetivos, la caracterización queda, simplemente, purificada. Y se dará la resurrección.